El cine post COVID-19: estrenos en ‘streaming’ y el regreso de autocinemas
De acuerdo al último informe sobre el panorama audiovisual iberoamericano, la asistencia a cines en Perú incrementó 7,3% recaudando alrededor de 178,9 millones de dólares. Apenas cinco meses después, el escenario es totalmente distinto. La llegada del coronavirus trajo consigo el confinamiento y, entre otras muchas cosas, el cierre de los cines.
Los expertos afirman que en esta situación la industria cinematográfica se ha visto obligada a repensar su esquema de negocio, lo que tendrá consecuencias en el futuro a corto, medio y largo plazo. «Han tenido que aceptar que el cine e internet, a la que hasta ahora se miraba como un enemigo, están condenados a entenderse», señala Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Esta situación ha servido, por una cuestión de necesidad, para eliminar los prejuicios de ver cine en casa», afirma.
Como indica la experta Neira, han sido distintas las estrategias que ha desarrollado esta industria para superar la pérdida económica que ha tenido a la fecha, desde vender sus productos a domicilio, hasta resurgir los autocinemas en el país, proyecto que se estrenará con las medidas sanitarias decretadas por el gobierno «Ha habido un cambio de mentalidad que traerá consigo un cambio de escenario, las grandes empresas, que son las que pueden promover realmente el cambio», explica Neira, que también es miembro del Grupo de Investigación en Aprendizajes, Medios y Entretenimiento (GAME) de la UOC.
¿Significa eso que el cine en salas morirá? La respuesta de los expertos es que es posible, pero solo para un tipo determinado de películas. «Lo que hemos entendido y vivido como cine sufrirá importantes modificaciones y transformaciones, pero no desaparecerá. El cine en salas nunca morirá del todo», señala Jordi Sánchez Navarro, director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, quien cree que lo que va a ocurrir es que se producirá una polarización entre los grandes acontecimientos cinematográficos, «que seguirán llenando las salas esporádicamente, y las pequeñas y medianas producciones, que puede que sí queden relegadas a un consumo en pantalla doméstica vía streaming».
Tanto Neira como Sánchez creen que las mayores dificultades serán para las producciones pequeñas y medianas, que tendrán complicado competir con las grandes, partiendo del informe de informe de MoffettNathanson titulado Say Goodbye to Hollywood, en donde se advierte qué, aunque se llegue a la reapertura de las salas, estas serán con limitaciones, lo que reducirá la circulación natural de público a los cines, pues aquellas que abran tendrán que sobrevivir varios meses operando con un tercio del aforo, lo que supondrá unos ingresos que, en el mejor de los casos, también serán de un tercio del total.
Para producciones pequeñas y medianas a pesar de que son susceptibles de ser estrenadas, la implicación económica que conlleva estrenar en los cines en términos de campañas de marketing, anuncios publicitarios o compra de espacios en marquesinas, así como el hecho de tener que competir directamente con grandes taquillazos, son dificultades complicadas de salvar. «Eso hace que no sean lo suficientemente rentables para sobrevivir en este contexto, especialmente a finales de este año y principios del que viene, cuando los cines van a estar saturados de grandes estrenos», dice la profesora de la UOC.
Es precisamente uno de los miedos de los propios profesionales de la industria, que temen por su futuro. Según una encuesta realizada entre profesionales del cine y publicada en Stephen Follows Film Data and Education, tras la irrupción del coronavirus y la paralización de gran parte de la industria, casi la mitad de las personas que trabajan en la industria del entretenimiento audiovisual identifican como su principal o segunda preocupación el futuro de la empresa para la que trabajan.
¿Volver a los clásicos?
Otra de las consecuencias de la pandemia por la COVID-19 es que el confinamiento ha disparado las horas que pasamos frente a la pequeña pantalla. Para el mes de marzo, el consumo de televisión había tenido un incremento significativo del 57%, según Kantar, También Netflix batía sus récords: en un comunicado publicado en Variety, afirmaba que en los primeros cuatro meses de este año había aumentado el número de suscriptores en 16 millones.
Con los rodajes paralizados durante meses, el problema podría ser ahora la falta de contenidos ante un público que no hace más que aumentar su consumo. Una situación que según Jordi Sánchez Navarro podría aprovecharse para regresar a los clásicos. «Podría ser una magnífica oportunidad para que el público conozca más a fondo la historia del cine. Hay muchísima producción, por ejemplo la de los grandes estudios del Hollywood clásico, que no está disponible en plataformas de streaming», recuerda el profesor de la UOC, que aunque cree que la industria audiovisual recuperará pronto el ritmo de generación de nuevos contenidos, piensa que la edad dorada de los clásicos podría tener cabida. «Incluso pensando en un mundo ideal, podríamos asistir también a la revitalización de buena parte de la historia de la televisión. ¿Por qué no pensar en que algunas plataformas de streaming recuperen clásicos de la televisión? Podríamos convertirnos en espectadores con voluntad exploradora y con ganas de dejarnos sorprender por clásicos que mantienen intacta su capacidad de fascinación», concluye Sánchez Navarro.