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Día Mundial del Alzheimer: Comprendiendo sus causas, detección temprana, tratamiento y prevención

Es común sentir inquietud cuando nuestros seres queridos de edad avanzada experimentan dificultades cognitivas, como olvidos frecuentes, problemas para enfocarse o estados de desorientación. Estas señales suelen generar preocupación sobre la posible presencia de algún tipo de demencia, como lo es el Alzheimer. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que más de 50 millones de personas padecen algún tipo de demencia, siendo el Alzheimer responsable de entre el 60% y 70% de los casos. En cuanto al Perú, de acuerdo con el Ministerio de Salud, de enero a mayo de este año, se han atendido 7,474 casos de demencia, mientras que a lo largo del 2023 se atendieron 16,260 casos. 

“La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo y es la causa más común de demencia a nivel mundial. Se caracteriza por la acumulación anormal de proteínas en el cerebro, especialmente beta-amiloide, lo que interfiere en la comunicación entre las neuronas y provoca su degeneración y muerte progresiva. El Alzheimer no solo afecta a quienes lo padecen, sino también a sus cuidadores y seres queridos, quienes deben enfrentar el desafío emocional, físico y económico de cuidar a una persona con demencia”, afirma el Dr. Roberto Avilés, docente de la Carrera de Medicina Humana de la Universidad Norbert Wiener.

Por ello, en torno al Día Mundial del Alzheimer (21 de setiembre), el especialista da a conocer sus causas, factores de detección temprana, tratamiento y prevención. 

Causas del Alzheimer

Los principales factores de riesgo son:

  • Edad avanzada: El riesgo de padecer Alzheimer aumenta significativamente después de los 65 años.
  • Factores genéticos: La predisposición genética juega un papel importante, especialmente en casos de inicio temprano.
  • Estilo de vida y salud cardiovascular: Factores como la hipertensión, el colesterol alto, la obesidad, y el sedentarismo pueden aumentar el riesgo.
  • Daños neuronales: La acumulación de placas de proteínas beta-amiloide y ovillos de tau en el cerebro son características clave de la enfermedad.

Detección temprana

La detección temprana del Alzheimer es fundamental para gestionar mejor la enfermedad. Algunos de los síntomas iniciales incluyen:

  • Pérdida de memoria: Dificultad para recordar eventos recientes o información nueva.
  • Desorientación: Confusión sobre el tiempo o el lugar en el que se encuentra la persona.
  • Dificultad para realizar tareas cotidianas: Incluso aquellas que antes resultaban sencillas.
  • Cambios de humor y comportamiento: Depresión, ansiedad o irritabilidad sin motivo aparente.

Los métodos de diagnóstico incluyen evaluaciones cognitivas, pruebas de imagen cerebral y análisis de biomarcadores que detectan la acumulación de proteínas anormales en el cerebro.

Tratamiento

Actualmente, no existe una cura para el Alzheimer, pero sí tratamientos que pueden ayudar a aliviar los síntomas y ralentizar el progreso de la enfermedad:

  • Medicamentos para síntomas cognitivos (inhibidores de colinesterasa, memantina, entre otros).
  • Terapias no farmacológicas (estimulación cognitiva, sensorial y terapia ocupacional).
  • Manejo de síntomas conductuales.
  • Ensayos clínicos de terapias dirigidas a la patología subyacente.

Prevención

Aunque no se puede prevenir el Alzheimer de manera absoluta, se ha demostrado que ciertos hábitos saludables pueden reducir el riesgo de padecerlo:

  • Ejercicio físico: La actividad física regular contribuye a la salud cerebral y cardiovascular.
  • Dieta balanceada: Seguir una dieta rica en frutas, verduras, grasas saludables y baja en grasas saturadas.
  • Estimulación mental: Realizar actividades que desafíen el cerebro, como leer, aprender algo nuevo o resolver rompecabezas.
  • Control de enfermedades crónicas: Mantener bajo control afecciones como la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto.
  • Socialización: Mantener una vida social activa puede contribuir al bienestar emocional y cognitivo.

El Alzheimer es una enfermedad devastadora, pero con la detección temprana y una mejor comprensión de sus factores de riesgo, podemos ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes y retrasar su progresión.